Este año hemos vivido la gracia del Adviento y la Navidad de manera muy intensa. Diosito nos regala espacios y momentos para ese encuentro profundo y encarnado con su Amor. Donde menos lo esperábamos brotan, como flores en el desierto, colores y aromas que nos regalan los sentidos y acarician el alma.
En el centro de rehabilitación social de El Rodeo organizamos el primer retiro de Adviento. Nunca se había hecho, y de algún modo el Espíritu sopló y nos animó en momentos de incertidumbre a construir conjuntamente, las personas privadas de libertad, los funcionarios del área educativa y la pastoral, esas bases para la llegada de la tan ansiada Paz.
¡Esperanzas detrás de rejas!, ¿cuáles son nuestras esperanzas, cómo las construimos, qué esperamos realmente, cuáles son nuestros cimientos…? Tras la exposiciones cercanas y sencillas del padre Patricio, un ratito de silencio, de música reflexiva y cantada, de mirarnos al interior. Esperamos a quien nos trae la verdadera libertad, quien rompe nuestras ataduras, nuestras dependencias, nuestras comodidades, nuestras exigencias,… ¿Qué dependencias tengo, a qué me aferro, qué me quita la libertad, cuáles son mis esclavitudes?
¡Ansiamos la Paz interior! Un clamor que nace de las reflexiones de quienes se animan a compartir: necesitamos esa Paz, soñamos esa Paz. Pero para que esa Paz se haga realidad, precisamos vivir el Perdón. Un perdón que parte de perdonarse a uno mismo, de asumir y aceptar los errores del pasado, de tomar conciencia de que todos nos equivocamos. Somos presente y futuro; el pasado no podemos cambiarlo, pero podemos construir el presente, y sobre todo, el futuro.
¿Miedos? Todos. Nuestras vidas no están en nuestras manos. Vivimos «condicionados» para transitar estos años; algunos tenemos que hacer de todo, y nos cuesta mantener nuestra dignidad. ¡Ahora valoramos la familia, a la verdadera esposa, a esa madre incondicional,…! ¡Son bendiciones para sobrellevar este infierno! Nuestra espera no es pasiva, es dolorosa, es desde la ansiedad, el sufrimiento físico y psicológico, es desde la desesperación en muchos casos.
¿Dios para mí? El único, con Él podemos todo. Ahora nos damos cuenta de la importancia de su palabra… Desde que tomé conciencia de mi realidad, me puse en sus manos… Él cuida de mi familia afuera; sé que lo hace mejor que yo… Cuando salga, siempre le agradeceré, mi vida será otra… Me ayuda a ser paciente, a sobrellevar los días… De su mano estoy dejando en este agujero la droga, con Él lo lograré… No lo siento, necesito que llegue ya a mi vida…
Mientras, en el centro de rehabilitación social femenino Manabí nº1, por coincidencias con otras actividades de Cáritas, teníamos dos faltas seguidas con el grupo que acompañamos. Este grupo lleva poco tiempo, un par de meses, y es muy peculiar, pues surge de la inquietud del centro de llegar a aquellas privadas de libertad que no querían participar en nada: actividades, estudios, talleres o laboral,…
De entrada, una tras otra, sin perder la sonrisa, reclamaron por nuestra ausencia; hubo que pedir perdón en la Eucaristía de Navidad. El martes siguiente llegaron más chicas que ningún día. Trabajamos, con humor y realidad, los problemas de la pareja y cómo solucionarlos. A ratos sus rostros se iluminaban, sus lágrimas escapaban fugazmente, algunas expresiones se endurecían, otras descargaban impotencia a través de las carcajadas, una montaña rusa de sentimientos brotaban sin orden alguno, un caos emocional liberado momentáneamente. Al acabar, sus expresiones nos desconcertaban: «¡Gracias, sus reflexiones nos hacen olvidar el estrés del encierro!» «¡La semana pasa de otra manera cuando vienen!» «¡Ustedes nos ayudan a no perder la esperanza!» «¡Sus formas nos transmiten paz, serenidad, nos tranquilizan!» «¡No se olviden de nosotras, por favor!».
En nuestra oración sólo cabe dar gracias por cómo el Espíritu actúa, da Esperanza y es calor y acogida para nuestros hermanos y hermanas aislados detrás de grises muros y frías rejas. ¡Que el Amor de Dios nos permita seguir siendo camino de Adviento en el encuentro con Cristo encarcelado!