LAS MEMORIAS ROBADAS

abuela palestinaQué importante la memoria cuando la infancia es feliz, cuando se reciben los cuidados adecuados, existen límites que brindan seguridad y brazos que acarician una piel recién estrenada. Qué bonito recordar la niñez cuando se ha crecido en paz, con la seguridad del alimento diario, con el deber fastidioso de la escuela. En esos recuerdos iniciales están los primeros amigos, los juegos aprendidos y también la base de cada personalidad. La infancia es amable cuando hay familia que nos quiere, cuando los abuelos son seres imprescindibles que dan seguridad como los viejos árboles dan sombra y sostienen a los pájaros nuevos, cuando si hay enfermedad se consigue la atención médica y los remedios necesarios. Qué lindo repasar el álbum familiar y ver sonrisas, bodas, viajes, nevadas, el pueblo en verano, el barrio..

La memoria nos endulza la vida cuando tuvimos una buena infancia a pesar de lo precario, de las estrecheces de haber tenido una familia numerosa o de la enfermedad que nos visitaba en forma de paperas o sarampión.

Pero y cuando la paz se va, se roba, la destruyen… ¿Qué pasa con los niños sindibujo 2 niño palestino paz? Algunos sobreviven sin ella de milagro, pero marcados para siempre, otros simplemente dejan de ser niños y se vuelven: soldados a la fuerza, escudos humanos, esclavos sexuales, víctimas de los que venden las armas y provocan las guerras; los mismos que miman a sus hijos y los ponen a salvo.

Hay niños y niñas que ríen a pesar de los apagones, toques de queda, falta de pan en la mesa. Ellos deciden ser niños a pesar de todo y construyen la paz donde viven (Palestina, Congo, Mali, República Centroafricana, Nicaragua..) la tejen con sus juegos hasta que les faltan las fuerzas por el hambre, el miedo, la enfermedad, la orfandad. Mientras, los “grandes” se sientan en buenos hoteles y planean la muerte, la de otros “grandes” claro, nadie quiere matar niños, son simples daños colaterales. Pero la infancia sucumbe al final a la violencia, es frágil. En cada casa bombardeada hay niños y también están en las calles, en los campos, en las canchas de fútbol. Deberían ser sagrados para Israel, Palestina, la ONU, la Unión Europea o cualquier otro organismo y gobierno que “defiende la vida”, la de los suyos. Sólo por uno de ellos habría que acabar con esta violencia gratuita que equivocadamente busca la paz con los medios de la guerra.

En esta semana no han parado de aparecer en los medios de comunicación noticias luctuosas de niños y niñas que ya no jugarán más, que dejarán un lugar vacío para siempre en un hogar, en una familia; que ya no crecerán ni guardarán infanciahoy.com_6215_tapa_2782010_11529recuerdos de su infancia. Junto a esas ausencias vivirán otros niños que han visto, oído y sufrido lo innombrable. Sus memorias serán para siempre de tragedia, de espanto, de luto. Se harán grandes pensando en lo que la guerra les arrebató y seguramente crezcan con coraje, porque vivirán muchos de ellos rodeados de odio. Puede que con los años repitan la misma historia, los niños aprenden lo que ven, y seguirá la espiral de violencia.

No hay nada en el mundo que justifique el sacrificio de una sola vida de un niño, ni siquiera la ansiada paz. Ni las fronteras, ni la patria, ni la bandera, ni la fe, ni la historia. Todo son excusas para maquillar los verdaderos intereses que hay detrás de cada conflicto, que por desgracia casi siempre suelen ser económicos. El Dios dinero es el que mueve los hilos de este mundo a su antojo y eso ocurre cueste lo que cueste. Jesús decía que no se puede servir a dos señores a la vez y se refería a Dios (que para él representaba el amor, la bondad, la justicia social) y al dinero (intereses económicos, multinacionales, la bolsa.) porque se descuidaría a uno de los dos. Él, un hombre sabio, también nos dijo que los niños son lo más valioso que tenemos y que los que son como ellos serán los primeros en entrar en el Reino de los Cielos. A él le gustaba estar cerca de ellos y de hecho llegaba a su público a través de cuentecillos, de parábolas, así lo entendían también los pequeños.palestinos-asesinados-1

En este primer mundo en el que nos ha tocado nacer no solemos tener en nuestras manos la solución de los graves problemas que aquejan nuestro mundo pero sí tenemos la oportunidad de educar a nuestros niños y niñas en la paz, darles las herramientas para saber resolver los conflictos con la palabra. Quizás así sepan construir un mundo donde nunca se justifique la guerra con la excusa de la paz, un mundo donde los adultos guarden una grata memoria de su infancia, de una infancia feliz.

Deja un comentario