Archivo diario: 4 julio, 2014

Un proceso de amor y paciencia

100_0791Hace siete años, durante nuestro trabajo misionero en Ecuador, la policía trajo a un pequeño de unos tres años para que le prestásemos acogida temporal. Apenas se comunicaba y lloraba desesperadamente desde el miedo y el abandono. Hacía pocas horas que alguien, seguramente uno de sus progenitores, lo dejaba solito en una parada de autobuses, quizás, ante la imposibilidad de atender a un niño “enfermito”, como dicen allá.

Recuerdo esa primera noche, eterna para él, en la que intentaba escaparse como fuera, golpeándolo todo y a todos, arrastrándose, chillando, llorando, extrañando tantas caras nuevas y buscando hasta la extenuación a los suyos, a su gente. Al final abrazado con fuerza se durmió en mis brazos, agotado, y en medio del sueño aún brotaban suspiros de tristeza.

Sus pies eran todo un poema: sus deditos pegados entre suciedad, pus y sangre seca, hablaban de sus dificultades para caminar sin caerse o golpearse. Su cuerpito delgado y su piel sin brillo y áspera comentaban del hambre atrasada, hambre que condicionaría su vida y su desarrollo. Sus ojos extraviados no acertaban a tener una imagen clara de su nuevo entorno y sus movimientos descoordinados y torpes le dificultaban cualquier actividad.

Su primer desayuno le devolvió un poco de paz, comió con ansiedad, atragantándose, dejando caer la colada de avena, derramando arroz por todos lados, pero ¡vaya si comió! ¡qué hambre tenía!

Junto con la policía comenzamos la búsqueda de sus 100_1300familiares o conocidos: televisiones locales, radios, diarios,… durante un año fuimos constantes en nuestras publicaciones para intentar encontrarlos. Mientras, fuimos curando sus heridas físicas y poco a poco las psicológicas. Descubriendo las causas de sus dificultades de comunicación y relación, de su soledad junto a su palito de escoba, que a modo de caballo, le acompañaba en sus paseos y desplazamientos por el centro.

Poco a poco pasó a ser parte del Hogar de Belén, impulsivo, coragiento, curioso, peleón, contestón, independiente, libre y siempre hambriento… una piedra de toque para cada uno de los que al cabo del día teníamos que trabajar de alguna u otra manera con él. Hasta que llegó a ser parte de nuestro propio hogar, de nuestra familia.

Tuvimos que cultivar hectáreas de paciencia y cariño, de diálogos reflexivos, de delimitar normas mínimas de convivencia, hasta que casi sin darnos cuenta fue cambiando sus caras largas por sonrisas, los enfados por abrazos espontáneos nacidos del corazón, su aislamiento por preguntas y juntos aprendimos a ser familia.

Las largas e interminables peregrinaciones a los especialistas en salud fueron dando sus frutos y sus ojitosDSCN1148 se corrigieron, sus movimientos espasmódicos mejoraron, sus mareos y caídas desaparecieron. Su acceso a la comunicación, al aprendizaje y al estudio encontró la mejor de las autopistas en una escuela inclusiva e integradora. Descubrimos a educadoras excepcionales y generosas que abrieron sus sentidos queriendo a nuestro hijo como es.

En su caminar a nuestro lado desarrolló una sensibilidad enorme por las personas mayores, por los enfermos, por los que sufren, por los necesitados, … siendo capaz de desprenderse de sus cosas o sorprendiéndonos abrazando, besando o dando de comer a quién lo precisa. Sigue siendo inquieto y travieso, comilón y hasta algo payasete, pero la seguridad de sentirse querido, de ser parte de un hogar y una gran familia hace que se le escape una y otra vez su enorme sonrisa, e irradie paz y felicidad.

Desde nuestra actividad misionera no hemos dejado de aprender con él y de él; es más ya no sabríamos vivir sin él. Este domingo hizo su primera comunión, la celebración la interpretó en lengua de signos una amiga que generosamente se brindó a hacerlo. Su ropa no era nueva, ni distinta a la que a él le gusta ponerse los domingos, pero eso sí, estaba convencido de lo que iba a hacer y de la presencia del Amor de Dios en su vida. Por supuesto deberá seguir redescubriendo esa presencia días tras día, como cada uno de nosotros, …. pero tras siete años de compartir su caminar, miramos atrás y vemos sus progresos, su crecimiento personal, su proceso de madurez y afectividad, sus expresiones inmensas de cariño hacia nosotros y podemos afirmar sin miedo a equivocarnos que el amor cuando es generoso, consciente y constante siempre da fruto, aunque para eso siempre hay que morir un Moi guapísimopoco a uno mismo y vivir para los demás.

Gracias, mil gracias a todos los que de una u otra manera sois parte de nuestro caminar y nuestra familia misionera, por cada uno de los granitos aportados en este proceso del que sois un pilar fundamental.

Con el corazón en la R.D. del Congo

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Este mes de Mayo “Diosito” nos regaló la experiencia de poder visitar las misiones de la Consolata en el norte de la República Democrática del Congo donde realiza su labor nuestro hermano y amigo Andrés García.
Han sido días intensos de mucho compartir y de vivencias profundas de esas que como el agua suave y constante, acaba calando en lo más profundo de nuestras almas. No se trataba de hacer grandes cosas, al contrario, ha sido tiempo de abrir los ojos y de escuchar lo que allá se está haciendo, aprender el cómo, los por qués, las ilusiones e inevitablemente las dificultades junto a mis compañeros de viaje. Ellos han sido imprescindibles para ayudarme a entender, para tener esos espacios de contrastar visiones, y como no, de intercambiar bromas y sonrisas desde nuestras limitaciones y torpezas humanas. Gracias a cada uno de vosotros por el cariño y la ilusión compartida.
La acogida y la disponibilidad han sido dos constantes de estos grupos de misioneros, verdaderas instituciones en el trabajo de base entre los más desfavorecidos del pueblo congoleño, algunos más de treinta años en medio de estas selvas, que han realizado una parada en su agenda para facilitar nuestros desplazamientos y visitas a cada sector o población requeridos.
Nuestra llegada coincidió con el comienzo de la época de lluvias, casi todos los días el cielo nos regalaba un espectáculo impresionante de viento, lluvias torrenciales, rayos, truenos y arcoiris; recordándonos que en medio de aquellas selvas la fuerza de la naturaleza es dueña y señora, transformando en un ratito una carretera en un lodazal impracticable. Sintiéndome rodeado, eso sí, de una belleza indescriptible tanto por la frondosidad de la vegetación como por el juego cromático de verdes combinados al azar.
Las dificultades son grandes: las tradiciones arraigadas de tipo animista, el fuerte rechazo a la figura del blanco por el daño aún latente causado en la época de la colonia belga, la fuerte corrupción en todas las instancias públicas y privadas, el dominio del Jefe territorial por encima de cualquier autoridad estatal, las incursiones inesperadas de cualquiera de los cuatro grupos guerrilleros que danzan por la zona… Un sin fin de tropiezos que nos haría plantearnos a cualquiera: ¿Si no me quieren aquí, qué hago entre este pueblo? Pero es precisamente por eso que me responde con mucha paz Flavio, el superior, “esto es misión, Antonio, territorio donde sembrar amor por encima de todos los contratiempos e inconvenientes”. Me dejó pensativo todo la tarde. Pero sin lugar a dudas y a riesgo hasta de que los expulsen del país, hasta de perder sus DSC_0004vidas, eso es misión.
Después de haber vivido en familia más de doce años de misión en Ecuador, me doy cuenta de que los misioneros en esta zona de la R.D. del Congo, no son misioneros, son héroes anónimos. Muy pocos sabrán de su trabajo, de sus logros, de sus penas, de sus necesidades, pero su amor al evangelio y a este pueblo les lleva, con la mayor de las normalidades y con toda la paz del mundo, a ser conscientes de que tienen una alta probabilidad de dejar su vida por estos lares, pues como dicen ellos: “el grano de trigo ha de morir para dar fruto y fruto en abundancia”.
En nuestro paso por Bayenga hemos observado la complejidad de la realidad del pueblo pigmeo. Un pueblo que está llamado a desaparecer. En los diálogos que hemos tenido durante la visita hemos apuntado varios ámbitos prioritarios:
Identidad del pueblo pigmeo, constatamos la necesidad de profundizar en el conocimiento del pueblo pigmeo en sus distintas dimensiones, así como de ayudar al pueblo pigmeo a apropiarse de su identidad, tomando conciencia de ella. Invitamos a ser parte de esta tarea a la Universidad de Jaén.
Es necesario recoger y escribir el camino ya realizado, los pasos dados “in-situ”, las recopilaciones de datos ya hechas por equipos anteriores,…
Es importante ofrecer elementos al equipo misionero que trabaja en Bayenga para saber profundizar en la lectura de la realidad y de la identidad del pueblo pigmeo. Conocer su territorio, su concepto de propiedad, su idioma, sus costumbres, su calendario…
DSC_0230El método es importante: sería interesante partir de ellos mismos, de las preguntas y respuestas que ellos mismos se hacen. Volverlos protagonistas de su camino identitario. Nosotros deberíamos esforzarnos por escribir y conservar sus respuestas y conclusiones, mas sería interesante formar un equipo pigmeo que colabore activamente en este proceso. El semi nomadismo del pueblo pigmeo y su simbiosis con la selva para vivir nos conduce a la preocupación por su medio vital. Por esto nos mantenemos alertas y atentos a cuanto puede constituirse como una “amenaza” contra su biotopo: tala de árboles para comercio de maderas y minas artesanales para extracción de oro.